
En más de una ocasión nuestros instintos quieren hacer algo por nosotros, como correr, gritar o algo así. Pero siempre nuestra mente tiene que analizar todo antes de actuar, esto no es para todas las personas, menos para aquellos que son impulsivas y hacen o dicen las cosas antes de pensar. Simplemente eso se le llama libertad de expresión, y no todos pueden disfrutar de eso. Ya sea por estar atado a credos religiosos, políticos o tan simple como estar en una relación donde no tienes ni voz ni voto.
Lamentablemente, esto sucede con regularidad en nuestra sociedad. Sentir que estás atrapado en tu propio cuerpo no es algo de lo que uno se pueda jactar. Sino que tú mismo pones barrera donde no deberían existir. Guardas tu opinión y hasta tus sentimientos. ¿Después que sucede? En el momento menos esperado, aquella bomba de tiempo explota y arrasa con todo lo que te rodea, y ya no hay nada que hacer para detenerlo; sino que lo único que queda es aceptar el error por soltar la bomba, y recoger los pedazos para tratar de unirlos y pretender que todo está bien. Pero no, jamás será así.
En esta vida no se puede mirar hacia atrás cada vez que el remordimiento te carcome el cuerpo, sino que la única solución que queda, es mirar hacia el futuro y tratar de hacer las cosas bien y, por supuesto, lograr no cometer los mismo errores, porque eso simplemente, te denomina masoquista, ya que te gusta sufrir por lo mismo cada vez que tienes la oportunidad. Es difícil no tropezar con la misma piedra, más cuando hay veces donde estás rodeado en una sociedad que no contribuye en tus decisiones, sino que las destruye y te hace creer que todo estará bien si sigues el camino equivocado. Pero después de todo, te das cuenta que la mayor parte del tiempo estuviste solo, sin nadie a tu lado que te dijera lo que estaba bien o mal, o tan simple como decirte: "No lo hagas, puede que te arrepientas". No, no hay nadie, y en ese momento es donde debes valerte por ti mismo, como debería ser la mayoría de las veces, pero aunque no lo admitas, siempre dependerás de alguien, y la mayoría de las veces, de la persona menos indicada.
Por eso mismo, cuando la libertad llega a nosotros, es un respiro tan hondo, que te das cuenta que al final las cosas si pueden salir bien, si lo piensas bien y con claridad. Y que no todo está perdido, que existen las segundas oportunidades, y que ésta vez, te dejarás escuchar y expresar como cualquier ser humano que se lo merece.
xo, Dree.-